Para Aldo e Hilaria,
maestros en mi vida…
Me
encuentro en un momento de redefinición externa, interna, de centro “Declic“, servicios
y apoyos para la inclusión educativa. No soy parte de una institución, hace tres
años comencé a trabajar como profesionista independiente, primero sola, luego
con un equipo de terapeutas, y una
asistente administrativa. Fuimos dando forma y cauce a los cursos de lectura y
escritura, luego el de matemáticas. Después vinieron los talleres de
competencia integradora, y de aula diversificada.
Simultáneamente
venimos trabajando y acompañando a
varios niños y jóvenes con dificultades en el aprendizaje, a sus maestros y a
sus familias, en pequeños grupos de trabajo o en forma individual.
Los
resultados son muy satisfactorios. Y
como en todo, cada meta alcanzada nos plantea nuevos retos,
desafíos, cuestionamientos, caminos. En este momento la gran pregunta es:
¿Cómo
hacer para que estos métodos puedan implementarse dentro del trabajo cotidiano
en el aula regular, sin vivirse como un “curriculum aparte” llevado a cabo sin
orden, sin sistematización, sin seguimiento preciso?….
La
diversificación del aula resulta imprescindible, la metodología para hacer
aulas incluyentes es un camino que apenas empieza. Soñar, dibujar, crear metas, buscar métodos para
alcanzarlas, hacerlo en equipo…
El “otro México” que nos es
invisible cotidianamente.
Esta
semana, nos encontramos al salir de Declic con Diego (Síndrome de Down, 9 años)
de la mano de Adrián, un chico de
12 años también con Síndrome de Down, acompañando de su mamá. Adrián se comunica
con medias palabras y con la mirada, la sonrisa, el encanto. Al saludarnos y presentarnos con Adrián
y su mamá, al explicarles quienes somos y lo que hacemos, me preguntó muy
seriamente: ¿Es que estos chicos con Síndrome de Down pueden aprender a leer y
escribir? ¿Es posible? El va a un
CAM desde los 6 años y no ha aprendido a leer. Seis años llevo pensando que es, porque ellos no pueden.
El
CAM en cuestión está a 4 cuadras de Declic. La madre de Adrián trabaja por día
en limpieza de casas. Tiene un hijo menor que lo cuida la abuelita materna y el
padre los abandonó. No cuestiono
la atención del CAM como institución para a niños y jóvenes con distintas discapacidades.
Cuestiono
la metodología de trabajo. Cuestiono la forma de abordar la educación
inclusiva, el enfoque de quiénes son los niños y jóvenes con discapacidad
intelectual, que permea hacia sus familias. Y el enfoque que tienen sus
familias, que permea hacia el CAM.
Cuestiono también mi forma de plantear los procesos de lectura y
escritura dentro de metodologías pensadas para ellos, en un marco contextual
limitado por multiples factores.
La
pregunta central para los padres y los maestros de niños con discapacidad
intelectual, NO es:
¿Qué me falta
para poder tener éxito en el proceso lector de mis alumnos de mi hijo?
Aquí la lista puede ser interminable.
La
pregunta central SI es:
¿Qué TENGO para poder tener éxito y cómo lo utilizo, cómo lo potencializo?
Esto
es no es una Utopía, es un cambio de actitud, del vaso medio lleno o medio
vacio. Esto es un proceso de humildad y de honestidad: mientras mi dedo índice
apunte hacia todo lo que me falta, hacia todas las faltas que veo fuera de mi,
hay cuatro dedos que apuntan hacia mi.
Hay
muchos niños como Adrian, con sindrome de Down, con Discapacidad intelectual,
deseosos de aprender a leer, escribir, sumar, resolver problemas, a
comunicarse, con capacidades para hacerlo. Están cerca de nosotros aunque no les conozcamos. Hay muchos padres y profesionistas que
no tienen claridad en cuanto a los métodos a seguir.
El
método es una herramienta sin duda muy necesaria, sin embargo, la herramienta fundamental es un cambio de actitud, es hacer un compromiso
personal.
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