Hace
5 días fui a la clausura del primer curso de verano para chicos con y sin
discapacidad organizado por un grupo de mamás de exalumnos de Declic y de La
Escuela de Lancaster, entre ellas la mamá de Aldo. Fue fantástico!!!
Fueron
7 jóvenes y niños: tres sin discapacidad y 4 con discapacidad intelectual, trabajando juntos en expresión
corporal, en canto, en teatro, en pintura, en juegos al aire libre. Los chicos
se mostraron contentos, entusiastas, creativos, desenvueltos, seguros al
mostrar una canción y una pequeña obra de teatro. Y en medio de toda esta alegría
de verles crecer a todos (les conozco desde hace 9 años) verles construir una
identidad en la diversidad, en una forma tan natural, todos juntos con y sin discapacidad, fue extraordinario.
Algo
muy especial fue ver a la madre de Aldo (como la llamaba él “Hola Madre”) con
una sonrisa de par en par, con entrega y compromiso disfrutando los frutos de
este primer esfuerzo colectivo, algo que sin duda será la simiente de un
sueño, un sueño que nació del
dolor, como un parto, como una nueva vida… como es hoy la vida de Aldo.
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