Desde hace 17 años soy la mamá de David, con Síndrome de Down, estoy plenamente
convencida de que Dios no se equivoca y que tiene un plan de vida para cada uno
de sus hijos desde antes de nacer. A lo largo de estos 17 años, sentía que no
estaba haciendo lo correcto, o lo necesario para ayudar a David en este proceso
de enseñanza y aprendizaje que aún no
acabo de entender del todo.
Vivimos
en un pueblo pequeño a una hora de la capital, es un pueblo hermoso en el que David
ha tenido por maestra a una de las obras más grandes de nuestro creador, la
naturaleza, los animales fueron los primeros compañeros de juegos de David, él
es mi tercer hijo con seis años de diferencia con cada uno de sus hermanos. David
ha sido un chico sano y por todos estos años hemos buscado algo… alguien, que
nos pueda decir sí, aquí es, muchas veces pensamos que no había, o que los
profesionales con los que íbamos no sabían lo que era tener un hijo con
síndrome de Down y por lo tanto no entendían nuestra búsqueda, yo seguía buscando
y a donde me dijeran, y que estuviera al alcance de nuestros medios iba, muchas
veces en contra de la voluntad de mi esposo y con el desencanto de mis hijos
mayores que me decían: “Mamá desde que yo
me acuerdo has andado buscando y
David esta igual”, Ruy mi hijo, se refería a su aprendizaje, no al síndrome,
hasta que un día, con la convicción ya no tenía mucho tiempo para buscar y
poder ayudar a David que es un chico de 1.57 m y 72 kg, me enteré del curso de
la maestra Adriana Pérez, en la ciudad de México. Le comente a mi esposo que
iba a ir y recuerdo que dijo: “¿Para qué,
tú no eres maestra?”, a lo que yo respondí: soy la maestra de David, la
única que siempre va a tener, y sin su consentimiento ni apoyo económico, me
fui, con el apoyo de Dios y en la compañía de la maestra Olivia Dávila llegamos
al curso, debo decir que ya conocíamos el Método Troncoso desde hace dos años,
pero algo pasaba, y no funcionaba del todo con David. Recuerdo que el primer
día le pregunte a Adriana: “¿has tenido
otro caso así, un joven de 17 años y que no sepa leer, ni escribir?”, Adriana
me contesto que sí, y que a ella le había funcionado el Método Fonético Gestual,
debo decir que cuando lo conocí, no tuve muchas esperanzas, pero ahora en este
tiempo que empezamos a trabajar con las bases que no teníamos y con el apoyo de
una valoración que le hizo Adriana a David, puedo decir que estamos viendo la
luz, esa luz que en el fondo de mi corazón sabía que iba a encontrar, gracias a
Dios y a la dirección de Adriana, en equipo con Olivia, David encontró el
placer de la lectura, ya sabe el gusto que da leer algo que entiende y que los
demás entienden. Su papá que era uno de los que decía: ¿para qué…?, está feliz
porque David emplea el Método Troncoso apoyado con el Fonético Gestual, y su
papá dice con mucha alegría, ¡esas señas yo sí las entiendo y son fáciles de
aprender!. Ahora su hermano Ruy, lo lleva todos los días a tomar su clase con Olivia,
y ella me dijo: “¡felicita a Ruy, porque
David trabaja mucho mejor desde que lo trae su hermano!”
Ahora
David, se sabe importante, y a partir de esta semana está entrenando con Juan,
un joven con síndrome de Down de 20 años, que tiene el récord mundial en salto
de longitud en Portugal, y hace lo que hace Juan con mucho entusiasmo.
Gracias
Adriana por tu generosidad para compartir
lo que sabes por el bien de todos, de los que necesitamos tanto de personas
como tú, que antes que ver la discapacidad como un negocio, (lo comento porque
alguien me dijo un día: “la discapacidad
deja mucho dinero”), tú lo haces porque lo sepa todo el mundo, que sí se puede, y que no hay edad para
aprender, aún en este mundo de la discapacidad.
De
verdad y con el corazón en la mano, gracias, muchas gracias!!!!