Mientras para muchos docentes hoy lunes fue un regalo para
hacer “otras cosas” distintas a las habiltuales, para el equipo de Declic que
preparamos el curso de matemáticas fue una mañana de intenso trabajo.
Es el tercer curso de matemáticas que preparamos y este es
diferente en dos sentidos: primero, agrandamos el equipo de trabajo, invitando
a dos colegas expertas en metodologá montessori y en reglemas coussinaire. En
segundo lugar, porque aprendimos con humildad de la experiencia pasada, que en
matemáticas no podemos aprender viendo en una pantalla los conceptos, sino
trabajando con en ellos,
haciéndolos tangibles, visibles, manejándolos, desmenuzándolos, y sobre todo
sintiendo que podemos entender de que se trata todo esto.
Este proceso de transformación me ha llevado a una reflexión
sobre el aprendizaje como docentes, como padres y madres que trabajamos todos
los dias con chico@s con discapacidad intelectual con los consecuentes retos en
el aprendizaje. O bien, chicos sin discapacidad intelectual, cuyos retos en el
aprendizaje les ocasionan severos problemas de conducta, como un grito
desesperado por buscar una salida a la frustración, al encuentro constante con
el fracaso y al sentir que no son queridos, aceptados, que “no pertenecen” a un
grupo, o a un docente, cuyas
expectativas o propuestas de aprendizaje les rebasan.
Frente a las barreras para el aprendizaje en un salón
inclusiva o en una familia
inclusiva, como pueden ser los el
tipo de contenidos y aprendizajes esperados que nos parezcan de entrada “muy
complejos” para nuestros niños y jóvenes con discapacidad, podemos encontrar que hay además tres actitudes que forman barreras
enormes en este proceso.
1.
La soberbia. Esto no es otra cosa que el sentir
que sabemos lo necesario, que no podemos aprender mas de tal o cual persona,
que estamos mejor preparados y por lo tanto nos subimos en un pedestal que nos
aleja de los demás. La capacidad de escucha y de descubrimiento de una nueva
forma de abordar tal o cual concepto, tal o cual proceso, nos parece demasiado
simple. Nuestra percepción de la realidad se cierra, se empobrece la forma de
verlo.
2.
La envidia y/o egoismo, que son las dos caras de
la misma moneda. Por un lado no queremos compartir lo que tenemos o sabemos por
temor a que alguien nos pueda criticar nuestra forma de hacerlo o porque no
queremos que haya alguien mas tan capaz como nosotros. Queremos ser los únicos,
los mejores, los que reciban todo el reconocimiento, los que solucionen las
dificultades…en los dos casos, nuestras habilidades y fortalezas terminan por
estancarse y sucede lo mismo que con el agua estancada. Después de cierto
tiempo, se enturbia, deja de limpiar y dar vida.
3.
El miedo. Es esa cosquilla que nos sirve para
alentar del peligro y en el caso de chicos con discapacidad o problemas de
apje, el miedo a lo nuevo solo nos paraliza. Por miedo cerramos la puerta, la
posibilidad de vivir un reto, de movilizar recursos personales, familiares,
educativos, comunitarios. Por miedo construimos prejuicios, juzgamos, nos
hacemos una muralla o de silencio o de palabras que descalifican a otros
profesionistas, a los padres, a los niños.
Estas tres barreras
se levantan y construyen en nuestra mente y corazón y ahí mismo requieren ser derribadas. A cada quien
la humildad para reconocerlas dentro y actuar en consecuencia…
Feliz puente, en todo lo que cabe, buscando acercarnos,
derribando nuestras murallas…
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