Cuando David comenzaba a leer
palabras globales, yo como mamá le acompañaba a leer todo:
Durante todo
este tiempo, cada mes le compré una revista de su
película favorita (Toy Story) y cada 3 meses un libro infantil
(este último como premio).
Pasaron 2 años y seguíamos en el mismo sitio, entonces
comencé a preocuparme porque el
proceso parecía haberse extendido demasiado. Pero tuve que
tomar conciencia de dos factores que marcaron
seriamente nuestras vidas: David
sufrió un accidente afrontando la fractura de tibia y peroné
de la pierna izquierda, esto lo tuvo 11 meses con
férula completa en su extremidad,
porque no solidificaba el hueso. Dejamos de asistir a CAPA por casi
tres meses y a la primaria por casi cinco.
Otro factor fue el decaimiento de la salud de mi madre,
también durante esos 2 años, hasta su fallecimiento. En
casa, con un vacío enorme y un proceso de reacomodo
en nuestras vidas, me di a la tarea
de reiniciar el proceso de apoyo para mi hijo en la lecto-escritura, pese
a encontrarme con el ánimo al mínimo debido a mi proceso de
duelo. Esto se derivó del hecho de que, en ocasiones encontraba a David escondido con un
libro y actuando a que él leía; incluso
hubo momentos en los que pensé que verdaderamente estaba leyendo. Al aplicar
correctamente el método Troncoso comprendí
que él tenía avances significativos en el proceso de
lectura globalizada. Ya se había realizado la primera etapa por sí
sola.
En CAPA continuaban haciendo
un trabajo maravilloso, se
realizaba la tarea de forma puntual, llevando un libro de
trabajo, otro de lectura, así como actividades. Pero ¿por qué David no lograba leer una palabra desconocida? Se
le había estimulado leyéndole cuentos cortos y ayudándole a
deletrear palabras nuevas ante
cualquier oportunidad disponible.
Dentro de la mente de David existe
un complejo entramado de procesos conceptuales, que para
nosotros pareciera ser un laberinto, el
de la lecto-escritura se percibía como un enorme
rompecabezas,
¿dónde encontrar la pieza que faltaba?
En diciembre del 2013, David
me sacudió el corazón. Una tarde nos sentamos frente al
escritorio y le dije que le ayudaría a escribir la carta para
los reyes magos, le recordé que solo
eran 3 regalos, con su carita llena de alegría e ilusión pidió
con voz firme: “Yo quiero leer”.
En ese momento sentí su frase como un golpe directo
a mi cerebro, me vi como la peor madre del mundo, porque a pesar
de que saber que debíamos probar ya otro método, aún
no lo habíamos comenzado a aplicar.
Abracé a mi hijo con todas mis fuerzas y con lágrimas en los
ojos lo mire fijamente diciéndole: “Sí David, este año le pediremos a los Tres Reyes Magos
y a Dios que nos ayuden para que tú leas y escribas”.
Observé que sus ojos también estaban llenos de lágrimas, y como es su
costumbre citó una frase de una película:
“¿Lo prometes con el
corazón?”
Lo besé en la frente y como lo hiciera Carl
a Ellie en la película de Up, tomé su mano y la lleve a mi
pecho, respondiéndole con toda mi alma:
“Te lo prometo con
el corazón”.
En enero de 2015 realicé mi ruta crítica acerca de todos los
requerimientos para desarrollar nuestro proyecto. Estudiar de nuevo
las etapas, comprar los materiales, hacer la tarjetas (evaluar
costos de hacerlas o comprarlas), etc. Como todo
administradora: 80% planeación, 20% ejecución.
Ya no podía
seguir justificándome con el PRETEXTO de que no podríamos seguir avanzando porque no
he hecho esto, me falta lo otro, no recuerdo si era este paso o si
me salté alguno.
En marzo terminé de leer el libro, hacer las
consultas en la web, realizar la planeación
y su presupuesto; entonces inicié el
proceso de elaboración de los materiales: tarjetas
personalizadas (sobre los conceptos generales, mejor las compré); realizar
mis archivos en Power Point, siguiendo al pie de la
letra el manual, según la página de Down 21
(www.down21materialdidactico.org/librolectura) y el libro del Método Troncoso. Algunas personas
me desanimaban por que el método era enfocado para personas Down,
refiriéndose a que su nivel cognitivo es “menor” al de un
asperger, pero quiero reivindicar esta apreciación, desde mi
humilde experiencia no debemos
menospreciar ningún método o recurso pedagógico y
menos si no lo hemos probado, la aplicación de cualquier
recurso tendrá que apegarse a la características de cada discapacidad,
pero principalmente
al estilo de aprendizaje de cada uno de nuestros niños y niñas.
El de David era sin duda 90%
visual, por lo que mi sentido común me hizo valorar el método por su estructura conceptual y dejar al lado
todo juicio sin argumento sólido.
En una junta bimestral con la Psicóloga
Angélica Vargas (titular del salón de David en el Área Académica en CAPA) ya
habíamos platicado sobre el punto de la lectoescritura, acordando que
si David
no concretaba este proceso, se aceptaría el apoyo externo; pero asegurando que
deberíamos de cumplir con las tareas en casa y seguir con
programa ya establecido por la institución.
Ello me pareció
lo más apropiado, ya que debemos aprender a cerrar ciclos, permitir terminar los
procesos para poder evaluar y plantear nuevas estrategias, no
tirar el conocimiento adquirido a la basura de manera
visceral, porque estaríamos perdiendo parte de lo que ya
se había aprendido.
Al llegar el mes de junio, mi padre me
anunció que se iba a casar de nuevo, y que ya no
podría apoyarme con David; nos
acompañó en este proceso durante toda la vida mi hijo. Tuve
que detener todo para iniciar la búsqueda de una persona que lo
llevara a CAPA y lo
recogiera de la primaria.
Por fortuna se postuló para el puesto la joven Mónica Sánchez, quien en esa misma
semana comenzaría a estudiar en el área de pedagogía. Establecimos
acuerdos y dentro de ellos le pedí que tomara todos los
cursos en Declic, con el fin de que las dos tuviéramos la misma directriz. En
agosto cursó el de matemáticas y el noviembre el de
lectoescritura; cumpliendo con esta parte, realizamos el plan de
trabajo y ella no sólo
apoyó en la parte lectura global, también lo animó para mejorar
su trabajo con limpieza, orden y calidad en el trazo.
Trabajaron con un libro de matemáticas en casa, haciendo la tarea
de la primaria, apoyados con material didáctico, como las
regletas, el bancubi, tarjetas conceptuales, libros para
colorear, secuencias matemáticas, juegos para formar
palabras, etc. La relación
entre ambos fue muy buena, pues ella siempre
trató al niño con cariño y bajo el más esmerado cuidado; a
su vez, David
encontró a una compañera de juegos, alguien con quien por
las tardes podía compartir, la comida, la TV; ella se esforzó tanto que hasta le preguntaba a su novio cómo hacer
ciertos trucos con el Xbox y que el
niño jugara como premio.
La primera semana de diciembre 2015 iniciamos el programa de aplicación
del método Troncoso durante las
noches por no más de 20 minutos, tres veces a la semana.
Yo estaba apenada con David porque no
había cumplido mi promesa de que aprendiera ese año; para mi
asombro fue que él ya
dominaba la lectura global y sentí como si nos lanzáramos por un
tobogán, (porque una vez que nos lanzamos dentro
del tubo) realizamos este recorrido de manera
vertiginosa, no hubo quien lo detuviera, me pedía más cada
día.
No podía creer que avanzábamos tan rápido, realizaba
todos los pasos de manera eficiente y correcta. Preocupada porque
tal vez no estaba haciéndolo bien, le mandé un correo a una
amiga que me ayudó con la personalización del material, para
preguntarle si podía haber algún error, o si de plano debía
turnar mi caso a la Mtra. Adriana en Declic. Ella vio el video y me
dijo:
“tranquila, no lo estás haciendo mal, ¡¡¡David lo está haciendo
excelente!!! Esto prueba que tu hijo
ya lo sabía”.
Esta historia continuará...
Gracias por compartir su experiencia y las
ResponderBorraretapas que paso con David. Sobre todo en la parte de duelo que tuvo que pasar, ya que muchas veces por algo insignificante quiere uno tirar la toalla. Gracias a DECLIC, también por compartirnos su experiencia.