A 8 años de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad… ¿para qué sirve la Convención? ¿Hace alguna diferencia en nuestra vida diaria?
Con la colaboración de Alicia Molina, inspiración y compañera fiel
en el camino de la inclusión.
Hace 8
años en un día como hoy, varios países
entre ellos México, firmaron y se comprometieron para hacer cumplir los
acuerdos que se enmarcan dentro de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (ONU) y su Protocolo Facultativo.
Sin embargo, en los
cursos, cuando hablamos de la Convención, muy pocas personas dicen conocerla
(de cada 100 participantes entre maestros, terapeutas y papás, sólo 2 levantan
la mano).
¡Y todos trabajamos a favor de la inclusión de niños y jóvenes con discapacidad en nuestras escuelas y en nuestras familias!
¿Porqué tan pocas personas interesadas en
conocerla? ¿Para qué nos sirve conocerla, y sobre todo, ver las propuestas para
hacerla efectiva? Quizás porque en el fondo creemos que, cuando
de leyes y acuerdos se trata, en México no se cumplen. Sin embargo, es muy
importante cambiar esta actitud. Aquí algunos puntos de
reflexión:
·
La Convención es el primer tratado donde las Personas con Discapacidad
fueron convocadas como "expertos" para
hablar de discapacidad, es decir, se
tomó en cuenta su voz, su experiencia, su larga lucha por los derechos de las y
los niños, jóvenes y adultos con cualquier tipo de discapacidad, se salió del "gremio" por
discapacidad específica (motriz, intelectual, etc) para hablar de un colectivo. La forma y manera de definir la discapacidad a partir de la experiencia propia, es muy
diferente a la forma y manera de definirla desde los "expertos" que no tenemos discapacidad. El lugar en que
nos colocamos, desde dónde la miramos, depende del paradigma de discapacidad
que llevamos dentro.
·
¿Qué es un paradigma? Es un conjunto de creencias, percepciones sobre
algo, nombra algo, lo ordena, lo clasifica, lo asume en la práctica diaria, lo
coloca dentro de la realidad. Caracteriza de determinada manera a la Persona con discapacidad, le da
un tratamiento específico, le asigna un lugar socio-educativo.
·
Está el paradigma de la discapacidad como algo "mágico-sacrañizado": son "angelitos" donde "tú eres una mamá o papá especial, por eso
Dios te lo mando a tí". Por supuesto son
asexuados, no tienen maldad y su lugar
es un nicho, o la casa, mientras dure con vida...
·
Está el paradigma médico-reparador, donde la discapcidad es una "enfermedad": el
problema está en la persona que está enferma, por lo tanto su lugar es el
hospital o la casa, y el protagonista es el médico o los terapeutas en turno.
El trato es la reparación, las terapias que reparen y normalicen al niño o
joven con discapacidad
·
Está la visión muy extendida hasta hoy en las escuelas, "normalizadora-asistencialista". La
normalidad es un instrumento que se convierte en mecanismo de exclusión. Los
que no entran dentro de la norma, necesitan terapia o un neurólogo que les vea "que pasa en su cerebro", o una maestra "sombra" que les ayude a entrar en la norma de la
mayoría. La discapacidad es una deficiencia, la Persona con Discapacidad es objeto de asistencia y
tutela, y el trato que reciben es construir "lugares especiales para niños y jóvenes especiales", no
pueden estar con los que no son como ellos. Por lo tanto los protagonistas son
los maestros especialistas en cada discapacidad, los médicos, los terapeutas,
trabajadores sociales, etc.
·
Por último está la visión que marca la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y a la cual queremos
apostar: la visión social y de derechos de las personas con discapacidad. Aquí la discapacidad es una
construcción social, y las personas con discapacidad son sujetos de derechos. Y
ojo, no es que sean "derechos nuevos" que antes no tenían. Son los derechos de siempre, a la educación,
al trabajo, a una vida como la de cualquier niño. La diferencia que marca la
Convención es que estos derechos se reconocen como tales, el trato entonces es
la construcción de programas de inclusión social que abaten las barreras
físicas, sociales, culturales, académicas en cualquier escuela, espacio
público, sea el parque, el club deportivo, una iglesia, el transporte colectivo. Estos programas toman a la Persona con Discapacidad como ellos para ellos. Aquí la enorme diferencia.
Todos
tenemos un poco de todas la visiones, lo
importante es reconocerlas antes de apuntar con el dedo a otro lado, culpando
a los actores de la exclusión de mi hijo, de mi alumno. Hay que hacer un
ejercicio de honestidad personal y compartirlo con el equipo de trabajo que
apoya la inclusión familiar,
educativa, laboral.
¿Qué
tal si empezamos ya por analizarnos nosotros mismos?
La
mejor manera de celebrar los 8 años de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad es conocerla y conocernos.
Compartir es el camino...
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