Reflexionando sobre los logros obtenidos en este
año como equipo de DECLIC, me es muy gratificante saber que estamos brindando a
nuestros alumnos herramientas para un aprendizaje en igualdad de oportunidades
y haciendo válido su derecho de aprender a leer y escribir.
Este año 2017 reestructuramos nuestra manera de
trabajar, analizamos y secuenciamos objetivos sistematizando por áreas,
ingresaron nuevos alumnos y continuamos apostando por los que ya llevan con
nosotros un par de años o más. Al final de este recuento son más los avances
que las barreras a las que nos enfrentamos. Este crecimiento es, en gran medida,
por el trabajo en equipo que hemos realizado; cada terapeuta hace su trabajo
con amor y también con conocimiento, con conciencia de lo que se está logrando para
saber cuál es el siguiente paso o reto para nuestro alumno. Como repetimos
constantemente en nuestros cursos, una de las claves del éxito es la
sistematización y metodología adecuada a las necesidades y contexto de cada
niño o joven con discapacidad.
Al estar viendo algunos videos de nuestro trabajo
de este año, hay uno en especial que quiero comentarles: Alex leyendo una
lectura de la escuela, haciendo su tarea, como cualquier niño de 4to. año de
primaria.
¿Pero, qué es lo grandioso de este video? Justamente eso: ¡que está LEYENDO! Comprende cada oración y, a la vez, veo a un
niño feliz, seguro, confiado de su capacidad y motivado para aprender más.
Recuerdo que hace 2 años llegó a DECLIC. Tenía 8 años
y una serie de etiquetas (autismo, discapacidad intelectual, TDAH, etc.) que no
ayudaban en nada a la familia; al contrario, la desorientaba: era una familia
desgastada y sin brújula que le indicara hacia dónde ir.
Tengo en la mente la imagen de su mamá pidiendo con
lágrimas esa orientación, pues veía en Alex un montón de capacidades. Sin
embargo, a su corta edad (lamentablemente) eran más los fracasos obtenidos en
la trayectoria escolar. Alex no sabía leer ni escribir, lo cual no sólo afectaba
su rendimiento académico, sino su estado emocional, afectivo y por ende había
muchos retos conductuales. Alex sabía que estaba en desventaja respecto a sus
demás amigos o compañeros de escuela. Era enfrentarlo a una carrera con la
desventaja desde el inicio, al no acercarle los métodos adecuados; nunca, ni
con las buenas intenciones, llegaría a la meta.
En las primeras sesiones de trabajo, Alex me mostró
todas las formas que había aprendido para defenderse de la segregación y la
exclusión, como bien mencionaban en los reportes anteriores: “atención dispersa;
cero tolerancia a la frustración que mostraba con gritos, patadas, tirando
objetos; dificultad para concluir una actividad y permanecer sentado, etc.”
También me mostró que ante una retroalimentación
positiva, de una motivación constante, lo anterior quedaba fuera. Poco a poco
corroboraba lo que se indicaba en la valoración inicial que se le hizo en
DECLIC: le gustaba cantar (ritmo, discriminación auditiva) y bailar (imitación
de movimientos), armar rompecabezas y juegos de construcción (buena orientación
espacial), entre otras habilidades. El reto estaba en hacer una sesión muy
dinámica, con material que le fuera llamativo y con reforzadores positivos
constantes.
En un inicio el trabajo requirió de mucha
contención emocional a la familia, de varias estrategias conductuales para Alex
y, con base en la evaluación inicial, se escogió el Método Fonético Gestual
para el aprendizaje de la lectura y escritura.
Empezamos con la enseñanza de las vocales. Alex
hizo sus propias letras con material que le gustaba, él escogía que imágenes
quería colocar para que le fuera más significativo el aprendizaje. Y no faltaba
al final de la sesión, al concluir las actividades asignadas, su gran “premio”:
jugar con los carritos; esto le encantaba.
La sesión con Alex la disfrutaba mucho pues me
hacía renovar y reinventar mis sesiones, planear la terapia para llevarlo a
logros pequeños, donde él se diera cuenta de esos avances y celebrarlos juntos.
Y así empezó esta historia; después el trabajo se
enfocó en casa y Heriberto, terapeuta de DECLIC, continuó brindando estrategias
a Alex y empoderando a la familia, hasta lograr estos increíbles resultados.
Para este 2018, deseo que haya otros Alex que nos
exijan dar el 100%, que nos lleven a capacitarnos más y a seguir haciendo
camino junto con la familia y escuela a favor de la inclusión.
Marisol Paz, terapeuta DECLIC
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